28 de octubre de 2014

Somos iguales, somos distintos: Un corazón especial

Cuando Laura tenía diez años, su padre falleció a causa de las drogas. Desde entonces vivía con su madre que se llamaba Belinda.
Cuando Laura cumplió catorce años, su madre conoció a un hombre que se convirtió, tiempo después, en su pareja. No le cayó muy bien pues algo vio que no le gustó. En realidad, creía que no era buena persona, pero su madre no se daba cuenta.
Belinda se quedó embarazada y fue una gran sorpresa para todos, en especial para Laura. Se sintió rara. 
 Por una parte se alegró y por otra no le hacía mucha gracia.
Después de nueve meses, nació Paulo. Era morenito, tenía los ojos grandes y era muy gordito. Después de todo, Laura se alegró mucho pero su padrasto, no.
Pasaron cinco años y se dieron cuenta de que Paulo no estaba bien. No jugaba como los demás niños y sin embargo era especial. Por este motivo, lo llevaron al médico y les dijo que Pablo tenía una enfermedad. Les explico que crecería como los demás niños, que se haría mayor pero que tendría una edad mental de 3 años.
Al llegar a casa, le dieron la noticia al padre de Pauloo. Se puso blanco y entonces dijo que ese niño no era su hijo, que no lo aceptaba. Laura, harta de oírlo, se levantó y le dijo que Paulo tenía un corazón igual que cualquier niño, solo que su hermano era especial.
El tiempo pasaba y Laura se daba cuenta de que su padrasto trataba cada vez peor a su hijo. Hablo con su madre y le pidó que echara de casa a su pareja o ella se iría. La madre tuvo que elegir. Le duró un tiempo el llanto pero al final, se alegraron.
Al pasar los años, la madre de Laura enfermó a causa del tabaco y la bebida y además le diagnosticaron un tumor cerebral.
Una noche, después de pasear con sus amigas, llegó a casa y encontró a su madre con fiebre y malestar. Se preocupó, pero su madre le dijo que solo le dolía la cabeza. Al rato, oyó como un ronquido muy fuerte y encontró a su madre desmayada. No la podía despertar y llamó a una ambulancia. Cuando Laura y su familia llegaron al hospital, el médico les explicó que el tumor se había extendido y que había fallecido.
Años después, Laura además de hermana, era como una madre para Pauloo. Tenía 27 años y Pablo 13. Seguían luchando juntos. No tuvo que elegir entre su novio y su hermano. Pudo elegir tener una vida más cómoda, pero su hermano era su vida. De su padastro, no volvió a tener noticias nunca más.
El ser distinto, no significa tener defectos, solo se es ESPECIAL.
María Ligero
2º ESO Progresa

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